NOM DEL PARTIT UNIÓ I GERMANÍA

La Unión hace la fuerza, suele decirse. Unión nos es necesaria a los valencianos para ser fuertes y conseguir nuestros objetivos. Recuperar la dignidad y la situación económica que nos merecemos como pueblo.
Germanía es palabra de doble significado para los valencianos. El primero, la Hermandad que debe reinar entre nosotros en estos momentos en los que tenemos tantos y tan poderosos enemigos. El segundo, el recuerdo histórico de la revolución que tuvo lugar en la Valencia del siglo XVI, hace ahora quinientos años y que fue la primera revolución social de la historia europea.
Nuestra ciudad tiene varias referencias a esa revolución. La Gran Vía de Germanías. Las calles Joan Llorenç y Guillem Sorolla recuerdan a dos líderes de aquel movimiento social.
En aquella época Valencia era el centro político, económico y cultural de Europa. La Corona de Aragón estaba en plena expansión. Se había conquistado el reino de Nápoles y Sicilia. La reina consorte, doña María de Castilla vivía en la ciudad y en ella fue enterrada. El gobierno en todas sus formas estaba en manos de una clase social, la nobleza. Nadie que no perteneciera a ella podía acceder a las tareas gubernativas. Esta situación, heredada del feudalismo, entraba en conflicto con la existencia de otro grupo social, la burguesía urbana, de gran potencial económico y elevado nivel cultural. Poco antes de 1520 varios males simultáneos afligieron a la sociedad valenciana. Hubo años sucesivos de malas cosechas, lo que provocó hambruna. Una epidemia diezmó a la población. Por ello los nobles abandonaron la ciudad huyendo de ella. En este escenario hubo lluvias persistentes que hicieron derrumbarse muchos edificios. Una avenida del Turia agravó la situación. La ausencia de los nobles durante todas estas calamidades confirmó que no eran indispensables, ni siquiera necesarios para la gestión de la sociedad, mostrando evidencia de que había alternativa a la forma de gobierno existente.
La organización social más importante en aquella época eran los gremios. Las asociaciones de los ciudadanos según sus oficios. Había, desde varios siglos antes, milicias ciudadanas basadas en estos gremios. Milicias que disponían de armamento y de estructura de mando. Su razón de ser habían sido los ataques de los piratas berberiscos, más frecuentes desde la caída de Constantinopla bajo el poder del Islam. La ciudadanía tenía por todas estas razones una fuerza militar efectiva que, hasta aquel momento, había estado bajo la tutela del poder real.
Las fuerzas sociales, en situación de clara protesta por las razones antedichas, decidieron agermanarse. Hermanarse para defender sus intereses. Eso era la Germanía. La forma de nombrar a los representantes era próxima a los conceptos de la moderna democracia, a fines da la Edad Media. Cada gremio elegía por votación a un representante. Trece de los representantes electos dirigían toda la Germanía durante un año, pasado el cual se celebraban nuevas elecciones.
El representante máximo del poder político en el Reino de Valencia y en toda España era Carlos I, joven príncipe alemán recién llegado, sin conocer ni entender las costumbres e idiosincrasia de los valencianos y teniendo como único interés ser coronado emperador de Alemania. Por todas estas circunstancias no se implicó en absoluto en el problema, dejando, para resolverlo a segundos con órdenes deliberadamente ambiguas.
Los primeros tiempos de la Germanía transcurrieron pacíficamente. Los agermanados, representados por Joan Llorenç expusieron sus reivindicaciones al representante del rey, el cardenal Adriano de Utrech, que había venido a España acompañando al nuevo rey. El conjunto de los nobles se negó a resignar ni uno solo de sus privilegios. Pronto vieron los agermanados que se les estaba dando largas y comenzó a haber graves alteraciones del orden público. En ambos bandos había grupos más extremistas que hicieron desembocar el conflicto en un choque violento. Se desencadenó una guerra civil. En su transcurso hubo en 1521 hasta cinco batallas campales, cuatro de las cuales fueron favorables a las armas realistas y una, la de Palma de Gandía que supuso una victoria aplastante para los agermanados.
A lo largo de toda la campaña los agermanados mostraron mayor cohesión y coherencia que los realistas, pero cometieron errores debidos a su organización deficiente y a la ausencia de líneas de mando definidas. Los realistas tuvieron en su poder los castillos y ciudadelas donde se guardaban los víveres y las armas, además del apoyo de los restantes reinos, sometidos todos a la autoridad real. Ambos bandos hicieron gala de gran valor, ferocidad y crueldad. Los agermanados fueron derrotados, represaliados y silenciados para la historia.
Para nosotros, valencianos de hoy, la Germanía debe ser motivo de orgullo y de ejemplo. Orgullo por lo que supone de antecedente histórico de búsqueda de justicia social. Ejemplo pues, en una situación de maltrato a sus derechos, como nosotros lo estamos sufriendo en la actualidad, tuvieron el coraje de organizarse en una entidad autónoma, no dependiente de otros reinos, para defender sus derechos y libertades.
Esas son las razones por las que hemos escogido el nombre de Unió i Germanía para nuestro Partido, pues esperamos que todos los valencianos, unidos y agermanados como lo estuvieron nuestros antepasados de hace cinco siglos, consigamos la prosperidad y el reconocimiento que en la actualidad se nos niega.

Dtor. D. Fernando Sastre Olamendi

President Junta eixecutiva Ciutat de Valéncia